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28.04.11 - 03:09 -
A. V. | GIJÓN.
Lucía Orejas Psicóloga
«Tenemos que saber perdonarnos. A veces somos mucho más duros con nosotros mismos que los demás»
¿Cómo combatir la tristeza? Esa es la pregunta a la que intentó responder ayer la psicóloga Lucía Orejas, voluntaria del Teléfono de la Esperanza, que impartió una charla sobre los efectos nocivos de esta emoción en el Aula de Cultura de EL COMERCIO, en el Centro Municipal de El Llano, donde desveló un arsenal de herramientas y técnicas que se pueden poner en práctica cuando aparece.
-Empecemos por el principio. ¿Qué es exactamente la tristeza?
-Es una emoción universal y adaptativa que nos ayuda a aceptar una situación que no podemos cambiar. Suele ser una situación de pérdida, de desengaño, de fracaso o de frustración y, como tal, nos da una señal de alarma para que podamos reorganizarnos de una forma más realista, nos avisa de que vamos a tener que reorganizarnos. Porque la vida, a partir de ahí, pasa a ser otra cosa. Hay un cambio.
-¿En qué consiste ese cambio?
-En que, cuando vivimos una de estas situaciones de crisis, disminuye nuestro potencial interno de motivación. Y entonces nos replegamos. Consumimos mucha energía y dejamos de actuar.
-¿Qué podemos hacer entonces?
-Lo importante es que cada uno de nosotros reconozcamos cómo vivimos esa situación. Porque no todo el mundo vive una determinada situación de la misma manera. Es importante reconocer de qué otras emociones se acompaña esa tristeza. Qué conductas tenemos. Si nos ayudan o no. Y, sobre todo, muy importante, qué pensamientos tenemos en esos momentos. Porque, normalmente, cuando estamos tristes, tenemos un filtro que nos hace revolver en la caja de todo lo malo.
-Es aquello de verlo todo negro.
-Eso es. Por eso, aunque pueda parecer paradójico, es mejor no huir. Mirar la verdad a la cara, a veces, nos da fuerzas para sobrellevarla en lugar de hacernos más vulnerables.
-¿Alguna clave más?
-Si somos capaces de desarrollar nuestras capacidades personales, eso también nos va ayudar.
-¿Por ejemplo?
-Saber identificar nuestras emociones, saber relacionarnos con las demás personas, la fuerza de la actitud que tengamos, saber mirar al pasado con gratitud: ser agradecidos no solo con la vida, sino con las personas que nos han enseñado o nos han aportado algo y con nosotros mismos.
-Sostiene que es fundamental.
-Sí. Es muy importante cómo nos miremos a nosotros mismos. Porque ser compasivos y comprensivos con nosotros mismos nos da muchísima fuerza. Tenemos que saber perdonarnos. Porque, a veces, somos mucho más duros con nosotros mismos que los demás.
-Deduzco que la tristeza puede ser positiva en ocasiones.
-De alguna manera, sí. El dolor es distinto que el sufrimiento. El dolor nos avisa de algo. En ese sentido, sí es positiva. Es una capacidad que tenemos para adaptarnos al medio. Al igual que la inteligencia. Lo que no podemos es estancarnos en ella, porque entonces es cuando caeríamos en la depresión.
-¿Cómo diferenciarlas?
-Cada persona es un mundo, pero, en general, cuando alguien deja de hacer actividades de ocio y, al final, hasta las obligatorias. Cuando dejamos de hacer las cosas que nos gustan es cuando empieza a brotar la señal de alarma. Influye mucho la intensidad y la duración de lo que provoca la tristeza. No es lo mismo que perdamos un mechero al que le teníamos mucho aprecio que a un ser querido. Frente a eso, hay que echar mano de tres pilares en los que se basa la psicología positiva: la confianza en uno mismo y en los demás, porque las relaciones sociales son muy importantes, una actitud optimista, y la esperanza en el futuro. Hay que entender que la felicidad es cambiante. Y lo que te hace feliz ahora a lo mejor no es lo mismo que lo que te hace feliz dentro de diez años ni lo que te va a hacer feliz dentro de otros diez.
-¿Un último mensaje?
-Que es importante saber cuándo alguien está viviendo una tristeza reactiva, normal, o cuándo está sufriendo una depresión. En ese caso, es necesario acudir a un profesional, pero si, por ejemplo, veo a una chica a la que la ha dejado su novio y está triste, yo no le daría una pastilla. Porque, a lo mejor, lo que le está diciendo esa tristeza es algo sobre su relación.
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