sábado, 23 de junio de 2012

Tus palabras me arrullan, me mecen.....

(Cuento perteneciente a la colección de “Relatos Telefónicos”,”Bebiendo Lágrimas”)

No sé muy bien qué hago aquí,  hablando con un desconocido en una tarde de fin de semana. Será que me siento perdida, tan perdida, que no encuentro una voz amiga que escuche mis quejas y lamentos. La frustración me alcanza hasta la boca y me veo tan diferente, tan distinta de los demás, que percibo que no hay lugar para mi, no hay espacio alguno donde pueda respirar sin ahogarme.

Oye, disculpa, no estoy acostumbrada a hablar y menos aún de lo que me abruma. Cuando estoy con la gente suelo ser cariñosa, amable, atenta. Cuando me retiro a mi soledad soy un volcán de iras, nervios, rabias, agravios. Que no sé cómo vivir bajo el techo de esta dualidad.

Trabajo en un psiquiátrico y  al final de mes puede que no me renueven el contrato. Dicen que con esto de la crisis hay que reducir gastos. Una víctima más de un sistema más interesado en los mercados que en las personas. Otra soga más a mi cuello, ya de por sí débil y maltrecho.

Todavía recuerdo cuando él se fue. Le acompañé al aeropuerto y como una tonta levanté los brazos para decirle adiós, adiós. Sí, adiós a ocho años de vida en común. Ocho años de compañía, caricias y recuerdos. No pudo o no quiso rechazar el trabajo que le ofrecieron en aquel país extraño y vio, más que vimos, que era mejor - ¿para quién?- que yo me quedara aquí, con mi angustia y mis nauseas por vivir. Con mi maldita soledad. En este piso que ya no lo veo acogedor.

Eso es lo que me asalta a mis ojos: las náuseas de este malvivir absurdo. Sin consuelo y sin horizonte. Sin aire.

Cuando me diagnosticaron el cáncer de mama sufrí lo indecible. Mis pechos eran tersos y hermosos. El me decía que perfectos. Le gustaba acariciarlos con ternura y a mi me deleitaba que así fuera. Me extirparon un tumor considerable y una de mis mamas se vio reducida a menos de la mitad. Ya no hay perfección. Me he quedado con un bolo de carne circular, pero fatalmente feo. Como el monstruo de Notre Dame.  Mi cara también fresca y juvenil sufrió otra operación que la hizo languidecer. Que a nadie más podrá gustar. Si tú pudieras verme a través del auricular pensarías...

No. no, a mi tampoco me gusto. Nada mío es querible para los demás. ¿Para mi?. ¡Qué importa!. Pero bueno, por no ser una borde te diré que menos aún. La hermosura se hizo añicos y me siento hasta sin fuerzas para recogerla, la veo ahí desparramada por los suelos, como desparramados están mis vestidos, mis zapatos, mis medias, mis compresas y todos los anhelos que un día conformaron mi vida. Nada me hace feliz. No quiero continuar esta travesía...

¿Quieres que calle y cuelgue?....
Gracias. Ya no tengo nada ni a nadie. Me dejo acompañar por una botella de champán, que me descoloca, me idiotiza, me enajena, y me impide pensar. No quiero pensar. No puedo pensar. ¡Mierda, mierda..!.

Intuyo lo que me insinúas, pero no quiero salir de aquí. No merece la pena. ¿Acaso no es mejor cerrar de una puta vez esta historia y olvidarla, olvidarla, desdeñándome de mi y de todos cuantos un día me habitaron?... Ya nadie se acuerda de que existo y el que me recuerda es para maldecirme, al menos eso me parece a mi. Mi hermana me dice que soy muy compleja. No creo que sea compleja, diría más acertado que soy diferente, diferentemente incomprendida.

De acuerdo..., mientras hable contigo no voy a beber. Después ya veré lo que hago. Agradezco que quieras imaginarme lúcida y coherente, que no deseas dialogar con un fantasma. Eso soy cuando bebo, un fantasma de mi misma. Un fantasma huidizo y triste, viviendo en penumbra, en pasadizos oscuros., que se da miedo  a si misma.
¿No te asusta que te diga que cuando los días se cierran sólo me consuela cerrarme con ellos?.
Sí, mejor así, para qué andar con subterfugios. Ideando suicidarme, eso es exactamente lo que hago. Buscando la forma menos abrupta, más liviana para mi forma de ser, tal vez el bote de pastillas..
Hace unos días rompí con mis amigas, les dije cosas que  no tenía que haberlas dicho, al menos de esa forma tan soez. Me desbordé. ¿Tú te has desquiciado alguna vez, has perdido los estribos de tus caballos?. Me pasa frecuentemente. Cabalgo del silencio sin fisuras a ser un rayo feroz y violento. Un rayo que hace daño, especialmente a mi misma. ¡Si supieras cuantos puñales me he clavado!.¡Estoy preñada de desamor y no acabo de  dar a luz!. ¡Cuándo deseé tener un hijo!. El me decía que mejor esperar. ¿Esperar a qué?,era mi letanía cansinamente repetida. Ahora lo entiendo todo. Hace tiempo que tenía pensado irse, abandonarme...

No sabes cuánto he llorado. Hasta el hartazgo.
    Agradezco tu interés, pero pocas cosas me dan savia. Pintar. Sí, pintar sí. Me meto en la escena o en el retrato y lo hago a mi capricho, a mi único querer. Escojo los colores, los envuelvo,  dando forma, imaginando escenas, recuerdos, arrugas, caricias, desamparos, desnudos. Es como que mi angustia se aliviara y fluyera. No sé como esto ocurre, pero esa es la sensación. Como un manantial de podredumbre que va corriendo...

    Cuando estoy ciega de desaliento me gusta escribir. Desde pequeña me solace escribir. Garabatear hojas y hojas en busca no sé qué pensamiento, idea o corazonada. Ahora hace tiempo que no lo hago. Estoy seca de palabras, de inclinaciones saludables.

    Hay un par de enfermos que me dicen cosas bonitas. Creo que lo hacen por cumplir. Están solos. Nadie los visita. Me dicen que soy como su ángel. No me cuesta nada tener palabras amables  o decirles que un día se curarán y saldrán de sus psicosis. Se lo digo porque a ellos les gusta escucharlo, no porque yo me lo crea. Les conmueve cuando me acerco a ellos y les acaricio con timidez. Me cogen la mano y me la besan con respeto...

    Me estoy conmoviendo.... ¡Hacía no sé.., cuánto..., qué...!

    Tienes razón yo sola de ésta no puedo salir. Necesito ayuda. Alguien familiarizado con los males del alma, con las heridas del interior, como tú lo estás haciendo. Siento que tus palabras me arrullan, me mecen, como cuando era una niña y mamá me cantaba nanas muy bajito. Me cuesta creer lo que me dices. ¿Cómo va a ver dentro de mi un jardín de flores enterradas?!. Soy una bazofia humana. Ya quisiera yo..

    ¿Te vas a acordar de mi?. Ya, ya... pero si no vamos a volver a coincidir. ¿Que de vez en cuando vas a deletrear mi nombre en silencio – Azucena, Azucena... – y vas a soñar que estoy haciendo terapia, remontando...?. Y eso, ¿cómo se hace?. ¿Eres creyente?. Yo hace muchos años que no pienso en...

    No sé si tu ternura se puede oír en la distancia. Me engañaré pensando que sí y que cada amanecer estarás a mi lado, dentro de mis párpados, durante al menos este mes, desperezando lo mejor de mi, un hilillo de ganas de vivir.

   VALENTÍN  TURRADO
   VOLUNTARIO DEL TE

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