lunes, 18 de junio de 2012

CAMINA,SAL AL SOL,PONTE GUAPA

(Relato telefónico perteneciente a la colección “Bebiendo Lágrimas”. Es totalmente ficticio.Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)

Son las once la noche. La película de la tele no ha logrado ganarme la atención. Decido abrir mi diario y escribir una carta, mi querido Julio, para contarme y contarte el milagro que hoy me ha acontecido. Yo creía que los milagros sólo suceden a los demás, está visto que no. Hoy me rindo a esa larga lista de testigos de cosas cotidianamente extraordinarias.

“Hace ya más de 15 meses que te fuiste y a mi parecen 15 años. No es lo mismo la vida desde entonces. Mis alumnos en clase me dicen que parezco otra. No puedo olvidar lo que padeciste, mejor aún, lo que padecimos en los últimos años, fruto de la amiloidosis que te anegaba. Menos mal que mamá me echaba una mano. Aunque eras tú el que estaba enfermo, también yo lo estaba. Lo estaba de verte sufrir, por eso me metía en la cama, me tapaba la cabeza. ¡Como si así me pudiera olvidar del dolor que me apenaba!. Tú siempre fuiste comprensivo y me decías palabras amables: “Anda, linda, levántate, que así no quitamos las nubes del día, que no se trata de cerrar los ojos y de mirar para otro lado. Será mejor ver qué jugo le podemos extraer al cítrico que hoy nos ha sido dado”. Así te hablabas. Así me departías. ¿No sabes qué nostalgia siento de tu voz?.

Hoy que me sentía tan sola, tan sin afecto y sin consuelo, llamé al teléfono de la esperanza. Sofocada, con arritmias, harta de llorar y de gemir tu imposible presencia, en esta tarde de sábado en que nos gustaba salir a pasear por las calles de nuestra ciudad, con nuestros niños de la mano en medio,  tomar unas cañas,  llevar unos pasteles a los abuelos para que luego ellos nos dijeran que no les venía nada bien tanta azúcar y acabáramos llevándolos a casa, para aumentar lentamente los pliegues a nuestro cuerpo.

El que me escuchaba en el teléfono me decía cosas parecidas a como a ti te gustaba platicar. ¿Cómo estás?. ¿Cómo te sientes’. ¿Qué es lo más doloroso de lo que estás viviendo?. Preguntas para pasear los lamentos del alma. ¡Qué sola está el alma que un día estuvo enamorada y el amor se fue de su presencia!. Me pareció como que el que me escuchaba hubiera pasado por una situación parecida a la mía, a la nuestra, de lo que me sentí de acogida y comprendida. Estuve a un tris de preguntárselo, pero qué más da.

Le encontré muy interesado por mi, por el trabajo, por los niños que se ha ido a estudiar a Madrid a la facultad , por los abuelos, tan viejecitos ellos,  sin fuerzas y consumidos, como que la vida se les estuviera despidiendo. Que no quiero pensarlo. Me preguntó por ti. ¿Cómo eras?. ¿Qué hacías?. ¿Cómo habías afrontado la enfermedad?. ¿Qué mensajes me dejaste?. ¡Oye, que hubo un momento en que me parecía que estaba hablando contigo, sin pena y sin dolor, en calma y en sosiego, como cuando tú y yo bailábamos los boleros de los Panchos, abrazados a unos sentires bonitos y cálidos!.

Le hablé de las veces que nos engarzábamos en absurdas discusiones, en peleas que hoy siento tontas y pequeñas, por una comida poco calentada o una forma de vestir que no me enfatizaba o por otros cientos de bobadotas, y entonces yo me acercaba al casete y ponía las melodías que te molestaban, que te herían. Era mi forma de expresarte mi malestar. Como ves no tengo idealizada nuestra relación. También hubo momentos amargos.

Me gustó, cariño, hablarle de ti. Le confesé - ¿no te parecerá mal? – tus mantras preferidos: “Aprovecha la vida ahora que la tienes, a los niños, a tus padres, a los amigos, a mi. Que no querré yo flores en el cementerio.”. “Cuando me vaya, sé fuerte, cariño, por ti, por ellos. Trata de no desfallecer..”. “Vive, vive, que desde que me puse enfermo no vives... Camina, toma el sol, ponte bonita, bonita...”. “Las cosas pequeñas de la vida son las que nos hacen más felices...”. “Cuando me vaya, yo será tu ángel de la guarda”...

A nosotros nos gustaban las cosas cotidianas, ¿verdad Julio?. Como esa canción de Serrat: “Palabras sencillas, tiernas, que echamos al vuelo por primera vez...”. Así era nuestra historia de cada día. De casa al trabajo. Del trabajo a casa. De casa al estudio, al paseo, al cole, la ducha, las cenas, un poco de lectura o de tele y a descansar, para al día siguiente empezar la nuevamente la ronda. Cotidiano sí, pero rutinario no. Junto a ti no había rutina.

Ahora el discurrir de las horas está teñido de pena. A ti te gustaban las películas de autosuperación, de esfuerzo, de echarle riñones para tirar hacia delante.. En eso estoy. Ando a base de riñones. Me levanto cada día a base de riñones. Voy a trabajar a base de riñones. Como a base de riñones, sin apetito, sin deseo.

¡Cómo añoro tus abrazos, tus cientos de besitos!.

El que me escuchaba al otro lado del teléfono me dijo por un par de veces: Si Julio estuviera hablándote, ¿qué te diría?.

Me quedé en silencio, como lo hacía cuando estabas tú. Bajé la voz. Tú me decías que mivoz era amable, que te acariciaba con ella la espalda, los malestares. Y hablé de seguido: “Me diría, me dice, que me ponga bonita, y salga de este dolor, que camine, que tal vez encuentre a alguien, a otros brazos y otras ternuras, que él no está celoso de otros amores..., que quiere que siga siendo feliz, como cuando él estaba..”.

Julio, le pedí, sino le importaba que quería escuchar una canción de Alejandro Sanz, la que te regalé antes de que partieras. Fue un momento mágico, ¿sabes?. Estabas tú, estaba yo, estaba el que me escuchaba que después de una hora larga de conversación ya no sabía ya quién era – si un ángel si tu espíritu si yo misma..- y estaba mi futuro, lo que yo quería labrar a partir de este instante.

No espero que me contestes. ¿O es que ya me has contestado a través del Teléfono de la esperanza?
Dame fuerzas para dejar de estar apesadumbrada y volver a respirar. Que quiero volver a estar guapa para ti, para mi, para mi mañana.
Varios compañeros me siguen preguntando por ti. Les agradezco su gentileza y su recuerdo. Creo que te gustará saberlo.
Siempre te amaré”
             Se me ha hecho tarde. Es hora de dormir. ¡Hasta mañana!.

VALENTIN TURRADO
COLABORADOR DEL TE

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