sábado, 16 de marzo de 2013

Voluntarios del Teléfono de la Esperanza en Euskadi reciben formación para atender llamadas desesperadas

Ningún WhatsApp puede suplantar una voz que auxilie, ningún correo electrónico puede ayudar a ver la luz al final del túnel. El Teléfono de la Esperanza es el barómetro del estado emocional de los ciudadanos, un estado tambaleante que más que nunca se precipita al vacío. Por eso, en Bizkaia se está gestando un equipo de cuarenta voluntarios capaces de atender llamadas desesperadas, voces angustiadas que buscan refugio al otro lado del hilo telefónico. "Nuestro objetivo es despertar en esas personas su capacidad para salir adelante", asegura Fátima Montenegro, una de sus principales valedoras.

Con el suicidio de Sarriko azotando la memoria, no pueden evitar pensar qué hubiesen hecho si José Antonio, antes de estar en el quicio de la ventana, hubiera estado al otro lado del aparato. "Si hubiese llamado a nuestro teléfono, significaría que no había tirado la toalla y buscaba ayuda", dice Marijose Zorrilla, tratando de insuflar esperanza. "Lo importante es que si alguien tiene una angustia, no dude en llamar. Es necesario saber que todos tenemos herramientas para afrontar situaciones que no nos hagan tirarnos por la ventana. Es una pena que esas personas que han hecho algo tan terrible no hayan contado con alguien. Nuestro mensaje es que la gente sepa que estamos aquí", dice Fátima, informando que aunque Bizkaia no cuenta con un servicio propio, siempre se puede recurrir al 902500002 que tiene coste de llamada local.

Como las tentativas de suicido apenas ocupan diez de cada cien llamadas, también se ponen en papeles difíciles como esa hipotética llamada de una mujer maltratada. "No hay ni que moralizar, ni que juzgar ni que aconsejar. Hay que acogerla, escucharla e intentar entenderla", explica Marisa Puente. Ni el boom de las nuevas tecnologías, ni la evolución de los medios de comunicación ha conseguido relegar el valor social del Teléfono de la Esperanza. Conscientes de que solo la buena voluntad no es suficiente, la formación ocupa ahora todo su tiempo. "Esta etapa es de vital importancia ya que tienes que sacar fortaleza de ti mismo para poder dársela al de enfrente", explica Fátima, aclarando que, "dentro del teléfono hacemos atención en crisis, promoción de salud emocional y también formación de agentes de ayuda y formación de voluntarios y de otras personas que quieran colaborar".

"Es muy importante aprender a ver cómo nos afecta una mala situación, y es nuestra interpretación la que va ayudarnos a adoptar una actitud u otra", explica Marijose en un cursillo acelerado de positivismo. No en vano, Marijose considera que "la inteligencia emocional es más importante que el coeficiente de inteligencia, pero nadie nos ha enseñado a identificar las emociones y los sentimientos", señala.

Inés Echévarri, usuaria

"Cuando llamas al teléfono sientes que sujetan tu angustia"

Inés Echévarri cuenta en primera persona su experiencia con el Teléfono de la Esperanza hace ya varios lustros. "Tenía veintitantos años, hijos pequeños y, de repente, mi relación de pareja se rompió. Me parecía que se iba a hundir el mundo. Son momentos en los que te sientes en una encrucijada terrible y me vino a la cabeza el teléfono de la esperanza", confiesa Inés Echévarri. "Vivía en una ciudad sin familia, sin amistades y no podía contar mis problemas a nadie. Así que llamé por necesidad. El hecho de que tú verbalices tus problemas, te ayuda a aclarar las ideas y a ordenar tus pensamientos. Además, a veces, no ayuda la respuesta, es la escucha activa porque sientes que están sujetando tu angustia", revela esta usuaria y ahora espontánea de la línea.

Contra todo pronóstico, los voluntarios no son de una pasta especial, aunque la solidaridad, la empatía y la cercanía con el prójimo sean condición sine qua non para aliviar congojas y quitar pesadumbres. "Yo siempre he asociado el teléfono de la esperanza con la desesperación. Aunque ahora sé que no hace falta llegar a casos extremos. Una persona puede llamar muy abatida porque se le ha muerto el gato y porque esa mascota era su única compañía", argumenta Marisa.

"Con una llamada no podemos arreglar la vida de la gente, sino decirles; tú tienes herramientas, a ver si podemos ponerlas en marcha", relata Fátima. Marijose cree firmemente que "es la persona la que encuentra la solución, tú no se le das". "Cuando alguien se siente escuchada al otro lado del teléfono, esa persona se siente acogida, se siente liberada. Una mujer maltratada no está poniendo los límites. A través de la escucha intentaremos despertar en ella la fortaleza que no está sabiendo sacar. Hay que quitar miedos y sacar el coraje para poder salir de esa situación", conciencia Fátima.

Aunque en el planeta de los sentimientos, las mujeres son las grandes protagonistas. Carlos García opina que "nunca me he visto más cojo en el mundo de las emociones a pesar de ser un hombre"

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Más de 140.000 llamadas en 2012

"Detrás de las personas que llaman hay mucha soledad"

Fátima relativiza las angustias. "Detrás de esas personas que llaman hay soledad y hay problemas cotidianos con su marido, con su hijo... porque la mayoría son personas normales con problemas normales, y sobre todo hay cada vez más gente joven que llama entre 25 y 35 años", subraya. "Creo que hay gente que vive angustiada pero que está en un estrato alto a nivel laboral o a nivel social y les resulta muy difícil abrirse en su entorno. Aunque tengas trabajo, en las empresas se sufre mucha presión, mobbing y ellos no quieren que se vea su angustia porque se interpreta como una debilidad. Por eso puede ser útil que un desconocido les escuche", comenta Conchi Esparta. "Hay mucha gente con un déficit de relaciones personales, en las clases alta hay mucho maltrato sumergido, es tela marinera. En todos los sitios cuecen habas y la angustia puede estar relacionada con cualquier cosa", corrobora Marijose.

La necesidad del servicio es un hecho. Las llamadas han pasado de 125.000 en 2011 a más de 140.000 en 2012. Y el número de personas que participa en cursos supera las diez mil. La obsesión es que la ayuda que prestan sea eficaz y de ahí surge el empeño por formarse y por participar en talleres de autoestima. Ser capaces de conocerse a si mismos para poder conocer a los demás. Según Marijose, "eso es fundamental porque no puedes dar lo que no tienes y por eso es tan necesario conocerse a uno mismo. Si tú estas mal, no puedes dar al otro lo que te pide".

"Si alguien está desesperado, llama, y al otro lado del teléfono se encuentra con una persona que no ha curado su desesperación o su problema de maltrato, eso es garrafal. Yo, como voluntaria, necesito sanear, hacer las paces con mi historia y mi vida para poder ayudar a los demás. No se ayuda solo con buena voluntad, sino con capacitación", aclara Inés Echévarri.

"En los cursos de autoconocimiento hay gente que dice pero cómo he podido vivir yo sin libro de instrucciones", precisa Carlos García. "Cuando asistí al curso de autoestima, iba muy sobrado. Nos parece que vamos por la vida con mucha inteligencia emocional, que podemos con todo y luego, a la primera de cambio, nos caemos con todo el equipo. Pero no lo sabemos hasta que nos caemos y es mejor no llegar hasta ahí", añade Carlos. "Es más fácil hablar con una persona desconocida que quizá comentar con el resto de la familia que, por ejemplo, tu marido te maltrata. En el teléfono nunca se le va a decir tú aguanta, se le va a enseñar a pensar y a derribar los muros que tiene", resume Carlos García.

Las ideas se agolpan sobre la mesa bajo un mismo presupuesto. "Al que llama hay que decirle, yo confío en ti, pero tú tienes que confiar en ti mismo", dice Fátima. "Y llame quien llame, tienes que dejarle muy claro que él tiene sus propios mecanismos para afrontar su vida. Tú solo tienes que enviarle fuerza. Antes, el teléfono estaba lleno de voluntarismo y no se miraba con amplitud los problemas humanos. Se ofrecía un servicio con carácter voluntarista y con un enfoque más religioso", matiza Inés, quizá recordando aquellos primeros inicios de 1967 cuando el teléfono nace en Bizkaia de la mano de los padres franciscanos de Irabalarri.

Pensar en positivo

"Tú eres el que tienes el poder para montar tu propia vida"

Los pensamientos positivos son siempre el leitmotiv de estos voluntarios que aspiran a despertar lo mejor de uno mismo. "No te tienes que agobiar por los demás. Lo que hay que pensar es que tú tienes el poder para montar tu vida y que tu jefe, tu marido o tu vecino, solo tienen el poder que tú les des", apuntala Marijose. "Yo hago la equivalencia entre el aparato emocional y el digestivo. En el digestivo hay que ingerir, masticar, digerir y luego eliminar. En el emocional, algunos digieren y no lo eliminan. Y la escucha activa favorece la eliminación de ese maremágnum", reafirma.

"La ventaja es que el teléfono te enseña a identificar. Igual tú tienes el estómago fatal y resulta que eso que tienes en el estómago es consecuencia de las emociones que tienes dentro porque el cuerpo tiende a somatizar", improvisa Carlos.

Con estos conocimientos, están ya ansiosos por empezar. "Yo tengo muchas ganas de abrir la línea telefónica. Además veo al equipo con mucha motivación. Ahora necesitamos un local, un sitio de referencia donde comenzar a funcionar", reivindica Fátima. Conchi expresa más recelos. "A mí todavía me da miedo enfrentarme al teléfono, por eso sigo preparándome aunque creo que la tarea más importante empieza por saber escuchar".

Y es que pasado este periodo de formación, el teléfono podrá adquirir una identidad, unos dígitos concretos, y un servicio que dar las 24 horas del día los 365 días del año. "Queremos abrir a finales de año, el equipo ya lo tenemos, ahora buscamos locales y recursos económicos". Todo con tal de emular aquel ímprobo trabajo del padre Jesús Biain, que anunciaba el servicio con un sobrecogedor, a la par que eficaz eslogan: Antes de suicidarse, llame.

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