LOS BENEFICIOS QUE OBTENEMOS AL AFERRARNOS
¿Usas la rabia, como una forma de afirmar que tienes “razón”?
Perdonar no significa, que debas reconocer que la otra persona tiene razón, y tú te equivocas. Más bien nos enseña que “hay otra manera de mirar el mundo”. Te será útil preguntarte: “¿Deseo tener razón o ser feliz?”. A veces, no es posible conseguir ambas cosas.
¿Permaneces enfadado porque eso te da la sensación de tener más poder y dominio?
Algunas personas creen que enfadarse y aferrarse al rencor, es señal de poder, energía, entrega y amor propio. Pero, en realidad, la rabia y el rencor, suelen encubrir sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, aflicción o miedo; y, se usan con frecuencia, en sustitución de los sentimientos de verdadero poder personal.
¿Usas la rabia a modo de impulso y combustible para conseguir que se hagan las cosas?
Cuando la rabia es el móvil principal, suele crear resistencia al cambio mismo que se trata de conseguir. Produce miedo en aquellas personas a quienes intentamos convencer, y, por lo tanto, genera oposición en lugar de resolución.
¿Utilizas la rabia para controlar a los demás?
Es posible que consigamos dominar a otros con nuestra cólera, pero, como ocurre con todas las ganancias secundarias, pagamos un alto precio por ello.
¿Continúas sintiendo rencor, para no responsabilizarte de lo que sucede actualmente en tu vida o de lo que sientes?
Esta es quizás la ganancia secundaria, que más nos incita a aferrarnos al rencor, porque mientras lo hacemos, podemos culpar a otra persona de nuestra infelicidad. La culpa es de otro. Esto no quiere decir, que los demás no contribuyan a nuestra felicidad o infelicidad, sino que en último término, somos responsables de lo que sentimos.
LA MAGIA DEL PERDÓN
Hay muchos modos de definir el perdón, porque el perdón es muchas cosas. Es una decisión, es una actitud, un proceso y una forma de vida.
El perdón es un proceso, que nos exige cambiar nuestras percepciones, una y otra vez. No es algo que suceda de una vez por todas. Nuestra visión habitual está empañada por los juicios y percepciones del pasado, proyectados al presente. En esto, las apariencias nos engañan con facilidad.
El perdón es una forma de vida, que nos convierte gradualmente, de víctimas de nuestras circunstancias, en poderosos creadores de nuestra realidad. El perdón nos enseña, que podemos estar resueltamente en desacuerdo con alguien, sin retirarle nuestro cariño.
EL PERDÓN SANA Y PONE FIN AL JUEGO DE LA CULPA
Sanar es unir, ser un todo. La sanación, por tanto, está en la mente, no en el cuerpo.
La sanación es un proceso, mediante el cual, se limpia nuestro espíritu de los pensamientos negativos de miedo y de culpa. El perdón, es el medio por el que este proceso se realiza.
Para realizar la sanación, resulta esencial que recordemos constantemente, que el único objetivo al estar con otra persona, consiste en experimentar la unión sin juicios ni reproches.
Cuando decimos adiós a la culpa, podemos empezar a decir hola al amor.
Sólo hay un antídoto conocido frente a la culpa: un perdón completo, comenzando por nosotros mismos, y extendiéndolo a todos los que comparten el mundo con nosotros.
El propósito del perdón, es sanar la mente, no el cuerpo. Una vez que hemos perdonado por completo a la otra persona, y a nosotros mismos, y somos, por consiguiente capaces de dejar de lado nuestros pensamientos de ataque y de culpa, la mente retorna a su estado natural amoroso. La necesidad de sufrir ha sido eliminada, y el cuerpo, en armonía con la mente, puede permitir, que desaparezcan el dolor y la enfermedad, convirtiéndonos en personas libres y totalmente nuevas.
PERDONARSE A SI MISMO
El mayor desafío que podemos encontrar en la vida, quizás sea el perdonarse a sí mismo. Esencialmente consiste, en aprender a amarnos y aceptarnos a nosotros mismos, pase lo que pase. Amarse y perdonarse, son esencialmente la misma cosa.
Se suele dar una enorme resistencia, a personarse a sí mismo, porque como cualquier cambio importante, es una muerte. Al perdonarnos a nosotros mismos, matamos el hábito de infravalorarnos, matamos la vergüenza, y sobre todo, matamos la dichosa manía de culpabilizarnos y de machacarnos con la autocrítica.
Perdonarse a sí mismo, es un fabuloso nacimiento, es cortar las cuerdas que nos han mantenido cautivos de nosotros mismos.
EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD
A lo largo de la vida, uno de los sentimientos más inútiles, es el de la culpabilidad por lo que se ha hecho. La culpabilidad quiere decir, que despilfarramos nuestros momentos presentes, al estar inmovilizados a causa de un comportamiento pasado.
El sentimiento de culpabilidad, bajo la forma de autocrítica, actúa como un ladrón que nos roba el presente, y nos mantiene atados al pasado y asustados respecto al futuro. Si estamos dominados por la culpa, es imposible que sintamos compasión y comprensión por nosotros mismos.
Al igual que el perdón a los demás, perdonarse de verdad, requiere una total sinceridad con uno mismo.
Una manera segura de mantenernos en la culpa, es exigirnos siempre la perfección. La exigencia de perfección, puede ser nuestro más cruel enemigo.
PERDONAR A LOS DEMÁS
Hay quien suele preguntar: “¿Tengo que perdonarme a mí mismo, antes de perdonar a los demás?” “¿Tengo que perdonar a los demás, para poder perdonarme a mí mismo?”. La única persona a la que se necesita perdonar, es a uno mismo. Una vez logrado esto, todos los demás, serán perdonados de un modo natural.
Perdonar al otro, es como hacernos conscientes de que hay otra manera de mirar el mundo. Perdonar al otro, es mirarle con el corazón, no con nuestras ideas preconcebidas; es buscar en el otro, su inocencia, no su culpa.
EL PERDÓN Y EL EGO
Cuando no perdonamos, es una prueba inequívoca, de que nuestro ego nos domina a través de nuestra mente. Hay muchos egos, y, todos son negativos en sí mismos. El ego, utiliza a nuestra mente para proyectarse, y así de esa forma, adquiere el control de nuestra personalidad. La mayoría de nosotros, cometemos el error de creer, que nosotros somos nuestra mente; cuando en realidad no es así, es el ego, el que ha cogido el bastón de mando de nuestra verdadera personalidad, (Yo superior, o conciencia).
El ego mira al perdón de modo ambivalente. El consejo que suele darnos es que “perdonemos pero no olvidemos”. Es un mensaje doble que afirma: “No perdones completamente, no olvides el pasado o serás vulnerable”. La falta de perdón, es la razón de ser del ego. Continúa justificando, el que hagamos juicios condenatorios, porque su supervivencia, depende de que tengamos una creencia mas firme en la realidad de la culpa, que en la del perdón.
El ego nos aconseja que practiquemos el “pseudoperdón”. Dice, por ejemplo: “Puedo perdonarte, porque soy superior a ti. Por consiguiente, voy a reprimir mi ira, y a fingir bondad, en vez de ser plenamente consciente de mi deseo de liquidarte que es lo que realmente mereces”. Este “pseudoperdón”, lo único que hace es reforzar la culpa, pues es un mensaje doble, que continúa reforzando la separación enfermiza entre el “inocente” y el “culpable”.
“el perdón no es un acto inútil de rosado autoengaño, sino más bien, el tranquilo reconocimiento de que, bajo nuestros respectivos egos, todos somos exactamente iguales”.
EL PERDÓN Y NUESTRA SALUD
El perdón es un mecanismo de limpieza en sí mismo, y un sistema de sanación interior. Una persona llena de rencor, deseos de venganza y resentimiento, nunca podrá ser feliz.
Bastante fue el daño que ya nos hicieron, para encima tener que seguir recordando esas experiencias negativas una y otra vez.
Cuando no existe el perdón, significa que hay deseos de venganza, y “vengándose”, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él”.
Cuando hablamos de perdonar, no quiere decir, que haya que amar a la persona o personas que perdonamos, sino que te amas lo suficiente, como para dejar partir el pasado, y dedicar tu tiempo a quien realmente se lo merece.
La persona que no perdona, destruye un puente sobre el que un día tendrá que pasar ella misma.
Para aquellas personas, que todavía persistan en la actitud de no perdonar, simplemente recordarles, que es un hecho demostrado por los médicos, que casi todas las enfermedades que padecemos en la actualidad, tienen su origen en el plano emocional.
Todas las enfermedades que padecemos, no son por casualidad. Según los últimos descubrimientos de la física cuántica, las enfermedades, las originamos nosotros mismos, de manera inconsciente, con nuestros pensamientos y sentimientos negativos, de odio, rabia, rencor, etc. Entre ellas, está el cáncer.
Cualquier tipo de pensamientos y/o emociones negativas, (sean cual sean) que nosotros mismos vayamos generando, con el transcurso del tiempo, si no las erradicamos, es seguro que enfermaremos.
Los científicos dicen, que nuestras células son inteligentes, y almacenan todo tipo de información dentro de ellas. Poco a poco, y de manera inapreciable para nosotros, estas, van desarrollando una reacción química en nuestro organismo, y como resultado final, hacen que la enfermedad que estaba escondida, salga a la luz, es decir, al plano emocional, y como paso final, acaba somatizándose en nuestro cuerpo físico.
“La rabia es veneno. Puede que con ella consigas hacerle daño al otro, puede que no, eso dependerá del otro. Pero sólo una cosa es segura, que con toda certeza te hará daño a ti mismo”.
“PERDONAR, ES PONER A UN PRISIONERO EN LIBERTAD, Y DESCUBRIR QUE EL PRISIONERO ERES TÚ”.
LUIS FERRER FERNANDEZ
COLABORADOR DEL TE
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