«El 35% de los empleados sufrió síndrome posvacacional en 2010, pero saber que nos espera un puesto de trabajo debería ser un aliciente»
El psicólogo Daniel López, con la playa de Sorraos, en Barro (Llanes), al fondo.
os días de adaptación, posponer decisiones y afrontar nuevos retos. Oviedo
DANIEL LÓPEZ GARCÍA Psicólogo clínico y del trabajo
Elena FERNÁNDEZ-PELLO
Cuando la mayoría de los españoles disfruta de su descanso estival, el psicólogo clínico y del trabajo Daniel López, colaborador habitual del ciclo de conferencias que anualmente organiza en Oviedo el Teléfono de la Esperanza, reflexiona sobre el denominado síndrome posvacacional y da algunos consejos para evitarlo y combatirlo.
-¿Qué es el síndrome posvacacional y qué síntomas tiene?
-No es ni más ni menos que un déficit de adaptación a una situación prevista y conocida. Los síntomas más significativos son el cansancio, la falta de apetito, la dificultad para concentrarse, la ansiedad, una gran facilidad para irritarse, presencia continua de tristeza y una sensación importante de desinterés. Es un síndrome, no una depresión, que es algo mucho más serio e importante.
-En estos tiempos de precariedad laboral, ¿se mantiene su incidencia?
-Se calcula que el 35% de los trabajadores españoles de entre 25 y 40 años lo sufrieron el año pasado, pero el que un puesto de trabajo sea un valor en alza debería hacerlo disminuir. Saber que nos espera un puesto de trabajo después de las vacaciones es un aliciente y una motivación importante y reconocer que formamos parte del grupo de afortunados que han podido disfrutar de unas vacaciones debe servirnos para recapacitar. Lo bonito es que lo hemos vivido, a pesar de que se haya terminado.
-¿Se puede evitar planificando las vacaciones de otra manera? Por ejemplo, ¿cuánto deben durar?
-Se aconseja dividir el período vacacional en dos turnos: en lugar de treinta días seguidos, dos bloques de quince días. Con ello, además de mantener la expectativa, nos es más fácil recuperar las rutinas.
-¿Hay que mantenerlas o es mejor desconectar totalmente?
-En vacaciones debemos romper con todas las rutinas, apagar el despertado, que sea innecesario, y guardar a buen recaudo el reloj; relacionarnos con gente con la que sólo coincidimos en ese período y buscar lugares en los que solo estamos en esta época.
-¿Quiénes sufren más a menudo el síndrome posvacacional? ¿Hombres, mujeres, jóvenes, ciertas profesiones...?
-Se corresponde más con tipos de personalidad. Nuestro principal problema hoy en día es que nos cuesta vivir el presente: vivimos toda la semana esperando que nos llegue el fin de semana, vivimos todo el año esperando que lleguen las vacaciones de verano y toda la vida laboral esperando que llegue la jubilación. Esto es, que vivimos toda la vida esperando, ¿a qué? Pues no lo sabemos, simplemente esperamos, y durante esa espera, tendemos a idealizar los momentos que vendrán. Cuando llegan y los vivimos, nos damos cuenta de que no se han desarrollado como esperamos. ¿Por qué? Pues simplemente porque los hemos idealizado y a continuación aparece una sensación de vacío.
-Tanto malestar por la vuelta al trabajo, ¿no es señal de que nuestras prioridades no son las correctas?
-No voy a decir que sea anormal que nos encontremos un poco tristes porque algo bueno se haya acabado, hasta ahí todo es normal, pero de ahí a que nos sobrevenga el síndrome posvacacional... Deberíamos de tomarlo como una sirena de aviso de que algo está fallando en nuestras vidas y en la mayoría de los casos hay un elemento común: no vivimos el presente.
-¿Y cómo solucionarlo?
-Debemos cambiar el chip de nuestra vida, disfrutar del lunes que nos llevará al martes y al miércoles, y así cuando llegue el fin de semana, si no sale tan bien como pensábamos, la semana habrá merecido la pena. Ahora nos queda pensar que cuando se acaben las vacaciones tendremos unos días preciosos hasta que llegue el Día de Asturias y luego San Mateo, y luego... Mientras tanto, debemos seguir disfrutando de esos días y tenemos que esforzarnos en que no sean cotidianos ni monótonos, sino una oportunidad para que la vida nos sorprenda. En definitiva, disfrutar del camino, saborear el presente y vivir el momento.
«Se aconseja dividir el período vacacional en dos turnos: en lugar de treinta días seguidos, dos bloques de quince»
«Debemos disfrutar del lunes que nos llevará al martes y al miércoles... Así toda la semana habrá merecido la pena»
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