lunes, 27 de junio de 2011

SOY UNA IDIOTA

(Este relato es absolutamente ficticio,cualquier parecido con la realidad es  pura coincidencia)

         Oiga, ¿está ahí?. ¿Es el teléfono de la esperanza?

Disculpe, estoy tan excitada que no había escuchado su saludo. A veces pienso que soy invisible, que camino por la calle y que nadie se fija en mi, como si no existiera. No sé si me comprende, pero frecuentemente me siento como un fantasma que nadie ve y que todos ignoran.
No es que dé miedo, eso no; es como si estuviera oculta, como si deseara vivir de tapadilla. ¿Usted sabe lo que es querer vivir la vida como si esta fuera un zulo elegido personalmente?

Ya, ya.. Que se ha quedado sorprendido. No se extrañe, yo a diario me sorprendo a mi misma con mis propias reacciones. Sólo deseo no molestar y pasar desapercibida. ¿Quiere que corte?...

¿Qué por qué estoy llorando?...
¿No le molesta, verdad?....
Gracias que no le moleste que llore. Es de las pocas veces que me han dicho que no le molesta que llore. Me viene bien, ¿sabe?. Después me quedo más relajada, como cuando te pegas un baño con agua bien caliente y te envuelves en barro del Mar Muerto. ¿Usted no se ha bañado así?. Ya, le entiendo..., que no estamos para hablar de usted, es que si les digo a mis padres que me encanta bañarme pintándome todo el cuerpo de barro del... o zambullirme en sales olorosas una vez a la semana, me dicen que soy una derrochona, una gastadora. ¡Y a ellos qué les importa!. Bueno, si les importa, siempre les ha importado saber de lo mío para descalificarme y decirme que desde niña soy una ñoña. El otro día llamé a mamá y le dije: “me he comprado un vestido azul y estoy muy guapa”. Ella me contestó: “qué vas a estar guapa, tú nunca has estado guapa, si fuera tu hermana...”. No sabe cómo me hirió. A mamá parece que siempre le ha gustado herirme y ridiculizarme. Ahora prefiero no contarle nada, para que su menosprecio no se me clave en el pecho como un cardo con espinas.

Mi hermana también dice que soy una subnormal y eso que saqué las oposiciones a la primera y estoy estudiando mi segunda carrera, pero ella dice que soy como tonta, que no me entero de la misa a la media. A mí me duele que me diga esas cosas, pero no tengo fuerzas para rebatirle.

Es como a mi compañero de trabajo. Hace una semana me espetó que era una inútil porque me equivoqué en un expediente y no supe por teléfono dar la respuesta que a él de hubiera gustado. Me quedé con ganas de abroncarle y decirle que  es un jeta y que si  hubiera estado en el trabajo no hubiera tenido que cubrirle las espaldas. ¡Cómo tantas veces lo he hecho!.

Con todos me pasa igual. La amiga con la que salía se irritó conmigo porque decía que tenía unos gustos muy raros. ¡Cómo si a ella le quedaran lucidas las mini faldas que se pone a diario para llamar la atención !. Yo no se le echo en cara, a pesar de que tiene unas piernas muy feas, arqueadas. ¡Si a ella le gustan!.

Cómo me voy a sentir, hombre. Pues un felpudo a la puerta de la casa. Un felpudo en el que mis padres, mi compañero de trabajo, mi amiga y mi hermana se limpian los pies y todas sus miserias, y de vez en cuando le entregan una bolsa de basura. Y yo me quedo con ella, ¡seré imbécil!.

Le entiendo..., tiene razón, yo no les digo nada. No sé que es  eso de poner límites. A mí me han invadido siempre.

Es verdad, soy yo la que me he dejado pisotear... Ya no me encuentro a gusto. Ya no soy feliz.
No le comprendo muy bien eso que me pregunta de las ventajas que he obtenido con dejarme pisotear. A mí me parece que... Mejor lo voy a pensar más. ¿Le parece?

Oiga, ¿usted sabe cómo se desanda el camino equivocado?. ¿Cómo se desaprenden las equivocaciones, los errores?. ¿Cómo se empieza otra vez a vivir sin tanto peso?.

Me gusta eso que me sugiere, de empezar a mirarme en el espejo y desempañarlo. No sé quien soy ni quién está detrás de mis camisetas ajustadas.

¡Qué difícil eso que me dice de dibujar mis ojos, el color de mi cara, la expresión de mi rostro, mis deseos, mis corazonadas, mis impulsos, mis amores, mis angustias...!. Eso es como si tuviera que volver a nacer, a vivir...

Me voy a comprar una bayeta y todos los días al levantarme voy a limpiar el espejo de mi cuarto de baño después de ducharme. ¿Qué le parece que me diga cosas bonitas a mi misma, cosas simples y sencillas como qué linda eres o que me merezco el cielo?.

No me estaré pasando, ¿verdad?...

Valentín Turrado Moreno
14-11-2009

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