Hace unos días recibí uno de esos maravillosos videos de internet que a más de uno nos da mucho que pensar. Se trataba de un video de un grupo de niños con discapacidades físicas que se encontraban participando en una carrera. Y parecería improbable que estos niños pudieran hacer algo así. Desde luego lo que contemplamos en él trata de sacar a la luz el mundo de la discapacidad proponiéndola como un reto para cualquiera de esos niños, y así mismo para todos ellos que se brindan conjuntamente para ayudar entre sí al más débil. Pues sólo el que se reconoce débil puede ayudar a otros a sacarle hacia adelante. De esta manera resulta sorprendente como una persona con discapacidad física o psíquica crece en la adversidad como si una poderosa fuerza interior le impulsara a ello, despertando las ganas de vivir y de irradiar felicidad allá a donde va.
Son muchos los casos de personas en esta situación, hace unos años conocí en mis tiempos de universidad a un cantante Toni Meléndez –del que también podréis saber por internet- . Él tocaba y lo sigue haciendo la guitarra con los pies porque no tenía manos, ¡sorprendente! no solo por como lo hacía sino como lo disfrutaba y la pasión con que lo hacía. Seguramente a leer estas letras hayáis conocido varios casos en este sentido. De alguna manera son personas que quizá en un principio les costó asumir su debilidad y por ello sus limitaciones. Sin embargo posteriormente al aceptarlas y reconocerlas estas mismas son las que le impulsan y les permite vivir.
De esta manera resulta paradójico como las personas que frecuentemente acuden a consultas psicológicas “enferman” por no reconocer muchas veces sus propias debilidades. Y es que hay muchas ansiedades por colocar un listón muy alto que a veces agobia y provoca mucho sufrimiento. No estamos por lo general acostumbrados a reconocer nuestras propias debilidades, nos cuesta porque eso es signo de que soy vulnerable y de que soy humano; sin embargo cuanto más humano me reconozco me doy más en mis relaciones y comparto más vida. Es todo un reto pero del que uno sale fortalecido.
Mª del Carmen González Rivas
Psicóloga y voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Badajo
-www.psicovinculos.es
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