sábado, 4 de junio de 2011

Entrevista a José Mª Uncal, psiquiatra voluntario del Teléfono de Asturias

 Foto de Entrevista a José Mª Uncal, psiquiatra voluntario del Teléfono de Asturias Os ofrecemos algunos extractos de la entrevista, en la revista Saber sonreír de la Obra Social y Cultural de Cajastur, al doctor José María Uncal, médico psiquiatra y psicoterapeuta que, además de desarrollar su profesión, es voluntario del “Teléfono de la Esperanza de Asturias”, 985 22 55 40. 
Uncal  nos va a descubrir a grandes rasgos qué es la Inteligencia Emocional, tan ligada al bienestar del ser humano, tan esencial y muchas veces tan tristemente olvidada que merece mucho más que una reflexión.
Si deseas ver la entrevista completa pincha en el siguiente enlace.
Algo que tiene una denominación tan redonda y tan bonita como es la “Inteligencia Emocional” es difícil de definir?
En primer lugar deberíamos hacer una distinción entre lo que es la inteligencia digamos intelectual de la emocional. Normalmente cuando una persona ha estudiado mucho, tiene mucha información, o es una persona distinguida de las demás por sus amplios conocimientos, se dice que es una persona inteligente, no obstante, se ha comprobado que muchas de estas personas con una formación muy elevada, que incluso han escrito libros o dan clases, en otra faceta de la vida que se refiere a las relaciones humanas o sociales son totalmente ineptos. No las saben manejar correctamente. Sin embargo otras personas consideradas más torpes intelectualmente, podían alcanzar un gran éxito en lo que se refiere a las relaciones familiares, sociales o laborales.
Precisamente la base de estas relaciones se encuentra en lo que llamamos la “Inteligencia Emocional”, donde aparecen y se tienen en cuenta las emociones y los sentimientos. La parte que se dedica al cálculo, a la razón o a otras habilidades intelectuales está localizada en la zona exterior del cerebro y la que se dedica a las emociones estaría localizada más en el interior. Lo que ocurre a lo largo de la vida y de la formación de las personas es que, muchas veces, se tiende a descuidar la parte emocional en pro de la intelectual y acaba por pasar a un segundo plano.
Lo adecuado sería trabajar el equilibrio de ambas, puesto que, las circunstancias externas pasan a nosotros a través de un filtro que es la interpretación emocional de lo que nos rodea y ello causa en nosotros un impacto, incluso físico, ya que, de ahí parten estados como el nerviosismo o la ansiedad. Es indudable que la emoción es una respuesta automática y ancestral del ser humano ligada a su propia evolución y que nos motiva en un sentido o en otro. Es como una fuente de energía capaz de ponernos en marcha.
¿Es posible que las personas que a lo largo de su vida se hayan desarrollado mucho intelectualmente pierdan habilidades comunicativas?
Es cierto que estas personas que tienen sus conocimientos muy claros, a la hora de expresarlos pueden fracasar en el mensaje porque no tienen en cuenta el estado emocional del receptor. Se ha demostrado con experimentos que el principal éxito del mensaje radica en la comunicación gestual y en el tono de voz, mientras que el contenido propiamente dicho tiene una importancia mucho menor. Así pues, en estos experimentos se ha comprobado como un emisor con un lenguaje gestual y voz agradable para el receptor puede estar dando una información totalmente trivial o absurda pero que llega con más éxito que si se da el contrario, es decir, un emisor muy docto con un contenido del mensaje de mucha calidad pero con una mala gesticulación y verbalización.
Lo que se maneja en los casos de éxito es el idioma emocional, lo que mueve al receptor para interesarse por el mensaje.
¿Alguien que quiera cuidar la Inteligencia Emocional, es imprescindible que trabaje las habilidades relacionadas con la comunicación?
Sin duda. La inteligencia emocional trata de armonizar la razón y la emoción. No podemos ser fríos y distantes en nuestra forma de articular los mensajes pero tampoco totalmente emocionales. Tenemos que establecer ese equilibrio y hay que sentar una base. Lo primero es tomar conciencia de las propias emociones. La inteligencia intrapersonal que llamamos. Cómo me siento conmigo
mismo. Y tenemos que tratar de afinar al máximo en estos sentimientos personales.

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