jueves, 4 de marzo de 2010

ENTREVISTA A JOSE Mª JIMENEZ RUIZ,VICEPRESIDENTE DEL TELEFONO DE LA ESPERANZA Y PSICOTERAPEUTA FAMILIAR.

Dias pasados tuvimos la suerte de contar en Badajoz con la presencia de nuestro compañero Jose Mª Jimenz Ruiz,Vicepresidente Nacional del Teléfono de la Esperanza  y psicoterapeuta familiar.Es en calidad de esto ultimo por lo que visito Badajoz,para impartir el modulo de Crisis Familiares del Curso Superior de Intervención en Crisis,organizado conjuntamente por el Teléfono de la Esperanza y la Universidad de Comillas.José Mª es catedrático de Filosofía, así como un reconocido especialista en temas de familia,siendo responsable de esta sección en la revista AVIVIR, además de autor de numerosas publicaciones sobre el tema.Aprovechando su presencia entre nosotros hemos querido acercarnos a el para recabar algunos puntos de vista sobre su visión de la familia,que nos ayuden a comprender su situación y papel en la actualidad.

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¿Podríamos decir en este caso eso de “la familia, bien, gracias”?

Bueno, es cierto que la familia, como no puede ser de otro modo, no es de ninguna manera ajena a los profundísimos cambios que ha venido experimentando nuestra sociedad en los últimos tiempos. Parece claro que estamos ante un nuevo paradigma cultural en el que, por decirlo coloquialmente, no queda títere con cabeza: modelos educativos, valores morales, pautas matrimoniales y familiares, roles femeninos… están siendo sustituídos, despertando esperanzas, pero también algunos recelos. La familia no es pues ajena a ese proceso de radical trasformación. Pero, a pesar de que su defunción fue anunciada ya en 1971 por D.Cooper en “De death of de family” (“La muerte de la familia), con más atrevimiento que acierto, a mi juicio, lo cierto es que adaptándose y navegando entre no pocas dificultades, la familia sobrevive a lo largo del tiempo cumpliendo funciones irreemplazables, a saber, favorecer el desarrollo de sus miembros y su integración en una sociedad cambiante, plural y cada vez más exigente… Y en este sentido pues podríamos decir que sí, que, como tú dices, “la familia, bien, gracias….”

¿Cuáles son a tu juicio los principales problemas de la familia en el Siglo XXI?

Yo creo que tienen que ver con el complejo proceso de adaptación a un mundo que en las últimas décadas ha cambiado profundamente en aspectos para nada irrelevantes. Pensemos, por ejemplo, en la defunción del modelo de familia patriarcal, ligada a los fuertes movimientos migratorios que se produjeron en Europa tras la segunda guerra mundial y que se han vuelto a reproducir en nuestros días con connotaciones bien distintas, pensemos en la incorporación de la mujer a la vida laboral, con la repercusión que eso ha tenido a la hora de organizar la vida familiar, en el ocaso del patriarcado como ideología de dominio del varón sobre la mujer, en la nueva forma de entender la sexualidad que exige ir construyendo un nuevo paradigma de relaciones entre hombres y mujeres…, qué se yo, pensemos en la necesidad de ir testando los nuevos modelos familiares, monoparentales, reconstituidos, parejas de hechos, parejas de homosexuales… Como ves, no son pocos los retos. Y no quiero dejarme en el tintero algo que muchos consideramos fundamental: El convencimiento de que, en la nueva familia, los padres sean conscientes del papel fundamental que les corresponde, lo asuman con responsabilidad y lo ejerzan con competencia.

Tú hablas de que la familia es un “sistema” ¿qué quieres decir con ello?

Pues sencillamente que toda familia constituye una unidad y los comportamientos individuales, sean estos sanos o patológicos, no son ajenos al funcionamiento del sistema familiar en su conjunto. Quiere decir que las explicaciones lineales a las que se suele recurrir para definir lo que acontece en una familia no son adecuadas. Todos los miembros de una unidad familiar son coautores, por decirlo de alguna manera, de la música que danzan y, por lo tanto, co-responsables de que ésta sea más o menos afinada o más o menos estridente. Dicho de otra manera, que todos los componentes de una familia deben ser incluidos en la génesis en el desarrollo de los problemas que les hacen sufrir y, como es natural en la búsqueda de soluciones que les hagan la vida más agradable y, desde luego, en el compromiso por modificar los patrones de comunicación que generan sufrimiento y, con mucha frecuencia, provocan síntomas.

Insistes en la importancia de la buena comunicación para conseguir una familia sana ¿Realmente tiene tanta importancia la comunicación?

Hombre, pues sí. La comunicación es un hecho tan “fundante” que se puede decir no existe vida humana al margen de la comunicación. Está a la raíz misma de la existencia y de todo su proceso evolutivo. Es, digámoslo, un hecho inevitable fuera del cual no es posible la vida de las personas. Si nos detenemos a considerarlo caeremos en la cuenta de que todo en la vida es comunicación: comunicación con el entorno, comunicación con los demás, comunicación con nosotros mismos en forma de pensamiento… Pues bien, si esto es así a nivel general, ¿qué podremos decir de la comunicación en la familia? Es obvio que la vida de una familia, por su propia naturaleza, bascula en torno a la comunicación. La familia no es una sociedad económica o productiva, no es una entidad volcada hacia el exterior como puede ser cualquier empresa. Es básicamente una comunidad reflexiva en la que lo que sucede en su interior adquiere una especial relevancia, comunidad donde se comparten espacios, proyectos, emociones, afectos… Es, si me permites la expresión, “una comunidad de comunicación”… Por eso, si ésta falla, adios familia…

¿Y cuáles serían, según tú, los principales problemas que dificultan una buena comunicación familiar?

Digamos, para empezar, (todos estamos de acuerdo en ello), que comunicarse bien no es nada fácil. Requiere, en primer lugar, tomar conciencia de la complejidad del proceso, algo que no es lo más frecuente dado que el personal tiende a creer que es algo natural, hecho que la experiencia desmiente permanentemente. Y una vez que uno toma conciencia tiene que proponerse adquirir las destrezas que le ayuden a comunicarse bien. Como tú sabes, tampoco esto es nada fácil… Pero bueno, en relación con la familia yo creo que hay unos cuantos aspectos especialmente relevantes. Yo me encuentro parejas que acaban encerrándose en sus respectivas torres de marfil porque son incapaces de aceptar las naturales discrepancias que son naturales en toda relación. Creen, lo que constituye un grave error, que los vínculos emocionales se rompen si no hay acuerdo en todos los contenidos, otros no saben utilizar un lenguaje diáfano y exigen del compañero/a artes adivinatorias, los hay que carecen de habilidades para negociar las diferencias y entran en escaladas simétricas de consecuencias imprevisibles y, desgraciadamente son muchas las familias y las parejas en las que la comunicación es extremadamente pobre porque a penas si se expresan los sentimientos… Pero no lo olvidemos, igual que el chino es el idioma de los chinos, el ruso de los rusos o el sueco de los suecos, el lenguaje en el que mejor se puede entender una familia o una pareja, su idioma vehicular como se diría ahora, es el idioma de las emocionas, la lengua de los sentimientos, de los afectos compartidos, de la ternura…

¿Eres optimista con respecto a la familia? Y en tal caso, ¿cómo ves a la familia del futuro?

Sí, sin ninguna duda me siento optimista. La historia parece confirmar que la institución familiar ha superado siempre las dificultades a que ha tenido que enfrentarse y por lo que respecta a la actualidad hay un dato revelador: todos los estudios coinciden en señalar que la familia es la institución más valorada y ésto es así con independencia de género y de edad. En los momentos más difíciles la familia parece alzarse como un referente en el que los individuos encuentran seguridad, apoyo y, en periodos de graves crisis económicas, también ayuda económica. ¿Cómo será la familia del futuro? No tengo la bola de cristal que permita asomarme al mañana. En cualquier caso no creo sea demasiado aventurado conjeturar que sólo sobrevivirán aquellos modelos que, más allá de las modas coyunturales, sean capaces de ofrecer a los individuos experiencias de pertenencia, de afecto, de seguridad, de previsibilidad… Trabajar en esa dirección es una tarea apasionante con la que muchos nos sentimos felizmente comprometidos…

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