sábado, 19 de mayo de 2012

LA CRISIS ESPIRITUAL DE LA HUMANIDAD DEL SIGLO XXI

La urgencia de una nueva educación

    El Estado actual de la humanidad es el resultado del estado mental de cada individuo que la forma.  El origen de las guerras, la violencia, los enfrentamientos o estados emocionales negativos de toda índole, hunden sus raíces en la mente (o en el alma) de quienes la generan,  pues NO es el mundo el que está en guerra, sino los individuos, y, sólo habrá paz cuando la haya en el corazón de cada ser humano.

    Pues bien, en un momento donde se nos habla por todas partes del planeta de la crisis económica que venimos sufriendo, de los graves problemas bancarios, financieros, empresariales, laborales que padecen muchos países, familias o personas, poco se dice sobre el dato clave de que, el origen de dicha crisis, en realidad es espiritual.  Es interno, pero reflejado externamente, junto a la falta de sentido común, ético y moral por un lado, y de solidaridad por otro. 
La causa de todos los problemas de la humanidad, desde que el hombre es hombre hasta la actualidad, se deben al alejamiento cada vez mayor del hombre con su auténtica realidad Interior, ignorando así el verdadero sentido de su propia vida para la que ha sido concebido. 
Si a esto, le sumamos la falta de principios y valores morales y espirituales, es lógico comprender, no sólo el hecho de experimentar las muchas crisis económicas que se vienen viviendo desde el comienzo de la historia, sino también las guerras mundiales, la destrucción del planeta y otras muchas atrocidades, que solamente tendrán solución por medio de la transmisión de una NUEVA EDUCACIÓN para los niños, y, REEDUCACIÓN para los jóvenes, adultos y ancianos.

    ¿A qué me refiero con una nueva educación?. Pues sencillamente a que, desde la más tierna infancia, se eduque a los niños bajo los principios de la ética, la moral, la espiritualidad, la cultura e higiene mental, el poder de la influencia del pensamiento, la práctica del bien en todos sus aspectos, etc, así como contribuir a despertar en él, los valores humanos como la caridad, la compasión y la hermandad entre todos los seres.
Recientemente ha sido publicado en la prensa española, un artículo en el que hacía referencia a un programa sobre la nueva educación en Japón.  En dicho artículo se comentaba casi todo lo expuesto en este último párrafo.

Si observamos detenidamente el estado global del mundo llamado moderno o civilizado, nos encontramos con los graves problemas de la delincuencia callejera en general.  Problemas que difícilmente se solucionan a través del sistema penitenciario actual, debido a que no se trabaja el cambio desde la raíz (el subconsciente del individuo).  Por eso sigue siendo todavía muy vigente  lo dicho por el gran sabio Pitágoras: “sólo si educáis a los niños evitaréis castigar a los hombres”.

ENVIADO POR LUIS FERRER, Colaborador del Teléfono de la Esperanza

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo.
Las preguntas que nos "TENEMOS" que
hacer "TODOS" es la siguiente:
¿QUE HEMOS HECHO MAL? y ¿QUE SEGUIMOS
HACIENDO MAL? Reflexionar sobre ello,
y RECTIFICAR nuestros "ERRORES".
Recibes un Fuerte abrazo de
José Tarifa Terrones.

Anónimo dijo...

Yo también lo comparto. Creo por mi experiencia, que se nos ha educado como seres para almacenar y manejar datos. La gente mira la educación como un fin para lograr un puesto en la sociedad. El dicho ese de "Sácate una carrera" "Sé alguien". Pero lo que se nos olvida es que somos seres humano y como ello tenemos que desarrollarnos y educarnos como tal, y la esperitualidad como parte de ello. Pero creo que la educación ha ido acorde al sistema dentro del cual la hemos recibido, un sistema competitivo donde prima el valor del dinero por encima de todas los cosas, dejando la solidaridad, el altruismo y las relaciones sociales en un segundo plano.
Pedro Torres.

Antonio Floriano dijo...

Totamente de acuerdo. Ver lo positivo en los pequeños detalles. No saber valorar que siempre habrá primavera, aún con sus alergias, ¡cómo no! que siempre sale el sol, que tenemos un sofá para la siesta, un ordenador, un móvil, unos hermanos que no conocen ésto por el egoísmo de todos nosotros. Es posible ¡cómo no! la Esperanza.
Antonio Floriano