(DEDICADO A TODOS/AS LOS ENFERMOS/AS DE ALZHEIMER QUE ESTÁN EN NUESTRO CORAZÓN Y NUESTRO RECUERDO)
Me ha hablado mi mujer de un cliente que, en los tres últimos años,ha acudido,mañana y tarde a la residencia donde está ingresada su mujer sin apenas haber faltado ni una sola vez a la cita.
Transcribo lo que me ha contado.
Cuando le pregunté sobre la salud de ella me respondió que su mujer hacía tiempo que estaba ingresada porque padecía de Alzheimer.
Un día que le vi estresado, porque no iba a llegar a tiempo, le pregunté si tan exigente era ella como para enfadarse porque una vez llegara tarde y me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él.
Le pregunté que si en esas circunstancias tenía sentido esa disciplina que se había marcado para ir a visitarla todos los días.
“Ella no sabe quien soy yo, pero yo aún sé quién es ella”, me respondió.
La historia es real y desde que me la contó mi mujer la he rumiado una y mil veces. Todavía más esta última semana en la que él ha fallecido víctima de un cáncer. A él va dedicado este recuerdo en el día del amor.
Creo que tiene muchas moralejas y aunque yo comparta alguna de las mías te sugiero que extraigas las tuyas propias.
1)No es más feliz quien mas tiene sino quien menos necesita; quien acepta lo que le ha tocado; quien no se obsesiona con tener lo mejor de todo sino que persigue hacer todo de la mejor manera que puede.
2) Hay circunstancias en la vida en las que hay que esforzarse por sobrevivir a la tempestad y hay otras circunstancias (irreversibles) en las que hay que aprender a bailar bajo la lluvia.
3)Tanto el personaje mencionado como el comportamiento descritos son reales. Merece todo mi respeto, admiración y consideración. Pero quiero respetar, también, a quien en circunstancias parecidas tira la toalla. Porque son circunstancias difíciles. Y porque como dice un proverbio indio “Antes de juzgar a una persona camina tres lunas sobre sus zapatos”
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