(Extraído del Diario de Zamora)
Cuan triste es la soledad, y cuan dura y alienante. Salvo excepciones, la soledad es una experiencia indeseada, dicen los entendidos que similar a la depresión y la ansiedad.
CARMEN FERRERAS Y tan desagradable es la soledad emocional como lo es la soledad social. Soledad es aislamiento o confinamiento. Soledad es falta de contacto con otras personas. Soledad es incomunicación una paradoja de la sociedad de la información. Correo electrónico, Internet, redes sociales o móvil no son suficientes cuando la soledad se apodera del individuo y lo aísla, y lo sitia, y lo encierra en sí mismo. Y tengo para mí que la soledad es la compañera inseparable de muchas personas, cada vez más. En lugar de formar parte de la sociedad de la comunicación, formamos parte de la sociedad de la incomunicación.
Quienes lo utilizan dicen que el Teléfono de la Esperanza es un alivio, un acicate, un estímulo más que necesario, una ayuda. El Teléfono de la Esperanza realiza a diario una magnífica labor que no pasa desapercibida. Este Teléfono único ha evitado y abortado muchos males mayores, de esos que asaltan y envuelven a los seres humanos, destruyéndolos. Dicen que en estos tiempos de crisis, este concurrido Teléfono trabaja incansablemente. En Sevilla, una ciudad divertida, alegre y en apariencia feliz, el Teléfono de la Esperanza ha aumentado un 15% el número de llamadas recibidas, por efecto de la crisis.
Parece una tontería eso de la crisis pero es real. Afecta no solo al bolsillo, no solo a la calidad de vida de cuantos la padecen, afecta también a su estabilidad emocional y física. Sentirse deprimido o tener crisis de ansiedad son problemas en aumento a causa de la crisis. No es para menos. Aunque también es cierto que por muy rodeados de gente que estemos, al no comunicarnos o hacerlo mal, nos sentimos y estamos todavía más solos y aislados. Los problemas personales que acogotan y los relacionales que angustian convierten a muchas personas en islas.
La definición más común de soledad es la de carencia de compañía y de afectos, por otro lado tan necesarios para supervivir en nuestra sociedad. Los estados de tristeza, desamor y negatividad suelen desembocar en la soledad. Si es ocasional y deseada, bien va la cosa. Lo malo es cuando se prolonga y nos bloquea e incomunica. Dicen que el perfil de las personas que buscan ayuda en el Teléfono de la Esperanza ha cambiado. Los llamantes son personas entre 30 y 50 años, en su inmensa mayoría mujeres, aunque el sector masculino ya ocupa una cuarta parte del número de llamadas. La tristeza, el desamor, la negatividad, los problemas económicos no son de un único género, afectan a hombres y mujeres por igual.
Fortalecer nuestra salud emocional es una buena solución. Aunque mucho me temo que la mayoría no conoce las claves necesarias para lograrlo por lo que, desgraciadamente, permanecen solitariamente solos.
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