domingo, 28 de noviembre de 2010

EL PODER DEL AHORA

¿Quiénes somos?, ¿Cuál es la naturaleza del universo en que vivimos?. ¿Estamos completamente separados unos de otros, de la naturaleza y del cosmos?, ¿El mundo físico es todo lo que hay?.

Así, en contra de lo que podrían pensar los que prometen fidelidad al paradigma tradicional, según parece, todavía no hemos llegado la cumbre del desarrollo humano. Estamos conectados con la totalidad de la vida y no separados de ella, y la totalidad del espectro de nuestra conciencia, abarca tanto la dimensión física, como multitud de dimensiones no físicas de la realidad.

El problema de la humanidad está profundamente arraigado en la mente misma, o más bien, en nuestra errónea identificación de ella. Nuestra cambiante conciencia, nuestra tendencia a tomar la ruta de menor resistencia sin estar plenamente despiertos al momento presente, crea un vacío. Y la mente ligada al tiempo, que ha sido diseñada para ser una sirvienta útil, compensa ese vacío proclamándose en dueña, la mente se aferra a las experiencias pasadas, o proyectando su propia película casera, anticipa lo que está por venir. Rara vez nos encontramos descansando en la profundidad oceánica del aquí y ahora. Porque es aquí en el ahora, donde encontramos nuestro Verdadero Yo, que está más allá de nuestro cuerpo físico, de nuestras cambiantes emociones y de nuestra mente parlanchina.

La gloria suprema de la evolución humana, no reside en nuestra capacidad de razonar y pensar, aunque esto es lo que nos distingue de los animales. El intelecto, como el instinto, es simplemente un punto más del camino. Nuestro destino final es conectar con nuestro Ser esencial, y expresarnos desde nuestra realidad ordinaria y divina, en el mundo físico ordinario, momento a momento. Esto es fácil de decir, pero son muy pocos los que han llegado a los lejanos confines del desarrollo humano.

El Ser es la Vida; una, eterna y omnipresente, y su esencia es invisible e indestructible. Esto significa, que ahora mismo puedes acceder al Ser porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza. Pero no trates de agarrarlo con la mente, no trates de entenderlo. Solo puedes conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando vives el presente actuando de una forma pausada y sin prisas, observando con atención y conciencia todo lo que te rodea, cuando tu atención plena está intensamente en el ahora, es entonces cuando puedes sentir el Ser, pero nunca podrás entenderlo mentalmente.

¿Cuál es el mayor obstáculo para experimentar esta realidad?

La identificación con la mente; pues que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Este ruido mental e incesante impide encontrar el reino de quietud interior que es inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza una sombra de miedo y sufrimiento. La identificación con la mente crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esta pantalla se interpone entre tu persona y tu verdadero yo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios. Crea la ilusión de la separación, la ilusión de que tú y el otro, estáis totalmente separados.

Entonces te olvidas del hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, eres uno con el todo. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente; generalmente no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Esa es la enfermedad. Crees que tú eres la mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.

Podríamos preguntarnos algo como: ¿Puedo liberar mi mente cuando desee?. ¿Dónde se encuentra el botón para apagarla?. Si verdaderamente no puedes dejar de pensar, excepto quizá un momento o dos, entonces la mente te está usando a ti. Estás identificado con ella inconscientemente y ni siquiera sabes que eres su esclavo. La libertad comienza cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saber eso te permite observar la Entidad. En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior. Entonces empiezas a ser consciente, de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento solo es una pequeña parte de esa inteligencia. También percibes, que todas las cosas verdaderamente importantes: la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna, surgen del más allá de la mente. Empiezas a despertar.

Puedes librarte de tu mente, y puedes dar el primer paso ahora mismo. Empieza por escuchar tan frecuentemente como puedas la voz que habla dentro de tu cabeza. Presta atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo. Esto es lo que se llama “observar al pensador”, o lo que es igual; escucha la voz que suena dentro de ti, mantente allí como presencia que atestigua. Cuando escuches esa voz, escúchala imparcialmente. Es decir, no juzgues ni condenes lo que oyes, pronto te darás cuenta de esto: “la voz está allí y yo estoy aquí, observándola”. Esta comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de tu mente. Así, cuando escuchas un pensamiento, no solo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de “no-mente”. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría, que en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Esa presencia eres esencialmente tú, y al mismo tiempo, es inconcebiblemente mayor que tú.

Asimismo, en lugar de observar al pensador, también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que hagas intensamente consciente el momento presente, esto es algo profundamente satisfactorio. De este modo, retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Esta es la esencia de la meditación. Puedes practicar esto en tu vida cotidiana tomando cualquier actividad rutinaria, incluida tu respiración, dándole toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.

Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.

Luis Ferrer,colaborador del Teléfono de la Esperanza de Badajoz

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