Cuando decidió dejar su casa y su pequeño mundo a nadie dejó sorprendido.
-¡Voy a buscar el amor!.
Como Sidharta viajó mucho, conoció culturas diversas y vio amanecer mundos diferentes. En el país de los cuentos de las mil y una noches enamoró a un distinguido jeque, pasando a formar parte de su harén. Junto a los aborígenes del sur provocó una comuna de afectos y deseos. En las tierras del Tíbet volvió loco a un aspirante a lama y en el silencio del claustro amó al Amor por encima de todas las cosas.
Cuando volvió a casa nadie le preguntó por sus encuentros. Su cara triste y apagada delataba una ausencia desesperadamente buscada. “Entre más me empeño, más me distancio, más soledad”, se decía.
- ¡Voy a dejarme amar, sin soñar y sin desear, como quien espera recibir gratis y sin esfuerzo lo deseado!, fue todo lo que dijo un día después de muchas lágrimas y demasiados lamentos y ansiedades.
Y cuenta la historia que se sentó doce lunas llenas seguidas a la puerta de su casa disfrutando del sol, las estrellas, el canto de los grillos y el deleite de los libros. Un día un viajero cansado y sudoroso...
- ¡Me da usted, mujer, un vaso de agua!.
En aquella petición comenzó una gran historia de amor, que aún se está escribiendo.
Octubre 2003
Enviado por Valentín Turrado.
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