miércoles, 9 de febrero de 2011

ENTREVISTA A JESÚS MADRID EN EL DIARIO " LA OPINIÓN" DE ZAMORA

PRESIDENTE DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA

Perfil : Jesús Madrid Soriano

«Los zamoranos tienen que decidir, implicándose, si quieren aquí la ONG»

«Entre los 30 y los 55 años, cuando la persona está en apariencia en su mejor etapa, es cuando más llama al Teléfono de la Esperanza»

JUDIT CALVO Con una vitalidad que desborda y que canaliza en su proyecto de ayuda a los demás, Jesús Madrid, que será el invitado de mañana en el CLUB LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, no ceja en su empeño de llevar el Teléfono de la Esperanza allí donde lo demandan. Zamora puede ser una de las próximas sedes de esta ONG que es «mucho más que alguien al otro lado de la línea».
-¿La demanda ha sido la razón para que el Teléfono de la Esperanza pueda ser una realidad en Zamora?
-La respuesta la tienen los zamoranos, en todas partes hay problemas, pero lo importante es saber si hay gente que ayude, apoye y colabore con la iniciativa. El modelo español es pionero en Europa en hablar de la salud emocional y contamos con los programas más avanzados sobre intervención en crisis, crecimiento personal, autonomía afectiva, talleres? por eso cada vez son más las regiones y países que quieren contar con los servicios del Teléfono de la Esperanza y en Zamora también nos lo han demandado. Les echaremos una mano en la formación y el desarrollo, pero son ellos los que han de responder.

Jesús Madrid Soriano.
-¿Cuántos zamoranos han estado relacionados hasta ahora con este servicio?
-Llamar desde Zamora han llamado muchos, a los centros de ciudades cercanas como Salamanca, Valladolid, León o Madrid, tanto de la capital como de la provincia. Según lo que he podido comprobar, he visto en el año pasado 600 personas han telefoneado desde Zamora para solicitar ayuda, ya que en las provincias pequeñas no hay muchos servicios. Es una cifra significativa para tener tan pocos habitantes. Además, algunos zamoranos han mostrado interés por colaborar con nosotros, muchos ya tienen hecho el curso necesario para poder ayudar y han mostrado siempre interés por tener este servicio en su ciudad.
-¿Las ciudades pequeñas son grandes consumidoras de este tipo de ayuda telefónica?
-Problemas hay en todas partes. Nuestros servicios son más que el propio teléfono, le damos mucha importancia a los grupos de dialogo, talleres para padres, formas para superar la pérdida de un hijo, talleres de ayuda? todo eso es presencial, por eso es importante que la ONG esté en el lugar concreto donde se demanda, porque se puede llamar a otras ciudades, pero para los cursos es de gran importancia de que estemos allí.
-¿Es en realidad la esperanza el motor de todo lo que mueve la ONG, sus usuarios y sus voluntarios?
-Sí, efectivamente. Fomentamos la idea de que hay que creer en la persona, en su capacidad de afrontar positivamente los problemas, porque hay mucha gente que solo ve nubes, pero el sol está detrás y origina sufrimiento no verlo. Se les descubren las posibilidades propias, las que tiene cada persona para superar sus problemas y ayudar a los demás, que es una característica muy importante. Todos necesitamos ser ayudados, escuchados, por un amigo, un familiar? y poder disfrutar de una escucha de calidad logra ayudar, y mucho.
-¿Cuáles son los problemas más comunes de las personas que hacen uso de este servicio?
-Los que solicitan ayudan sufren la incomunicación y la soledad, aunque estén rodeados de gente. No pueden mostrarse como son, no se sienten escuchados, son menospreciados, etc. Con mucha frecuencia, las personas que acuden a nosotros tienen problemas dentro del marco de la familia, con la pareja o con los hijos. El modelo de familia y la sociedad han cambiado y tienen que entrar en crisis a la fuerza, los desajustes son muy dolorosos. También atendemos a muchas personas aquejadas de problemas de depresión y con pensamientos de suicidio. La gente es muy incomprendida ante una depresión porque la gente les dice que son tonterías suyas y eso puede llevar en ciertos casos a quitarse la vida. Nosotros enseñamos a acompañar a una persona deprimida, es muy importante que se enseñe y se aprenda a hablar y escuchar, así hemos evitado que mucha gente acabe mal.
-¿Qué consuelo encuentra al otro lado de la línea una persona que llama al Teléfono de la Esperanza?
-La persona puede hablar de todo lo que le agobia, porque si no se le escucha se crea una tensión enorme, y aquí encuentran una salida, se desahogan, y se sorprenden de todo lo que pueden mejorar, aunque haya gente que le haya dicho que pedir ayuda es absurdo. Ser escuchados les produce una situación de alivio. Cuando se han liberado de la ansiedad es cuando ya se le puede hacer pensar. Luego, si necesita un psicólogo o un orientador familiar, el propio teléfono se lo facilita de forma gratuita. Además todo se hace de modo anónimo. No se pide el nombre ni dirección para que las personas se sientan más libres, y más en ciudades pequeñas, donde es mucho más importante cuidar esos detalles.
-¿Los jóvenes también lo usan?
-Llama gente muy variada, las edades que más acude a nostros está entre los 30-35 y hasta los 55 años, cuando en principio están en más actividad es cuando más apoyo necesitan.
-¿Va en aumento la soledad de los mayores?
-Claro. Por eso tenemos programas para que dialoguen entre ellos o con amigos, porque todo eso hace que se sientan comprendidos y también puedan apoyar a otros. Todos podemos ayudar a los demás y ser útiles, que vean de lo que son capaces es un remedio eficaz.
-¿Qué carencias transmite el colectivo de los ancianos?
-Se sienten impotentes e incomprendidos. La familia, por ejemplo, le dice al abuelo que ya le ha contado la misma historia cincuenta veces y eso les duele. Además, a los abuelos se les pide cada vez más servicios de los que los pueden dar. Los hijos no están en casa y tienen que cuidar a los niños volviendo de nuevo a ser padres y madres, algo que les cuesta mucho, junto al hecho de que no entienden el cambio de mentalidad de los jóvenes, no se sienten respetados, pero quieren ayudar.
1938, Villar de la Encina, Cuenca
Natural de Castilla-La Mancha, Jesús Madrid reside ahora en Murcia, desde donde dirige el proyecto del que fue fundador y en el que lleva 40 años como voluntario. Es licenciado en Filosofía y Psicología por la Universidad de Murcia y en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Es especialista en terapia familia y terapia de grupo y ha trabajado también como profesor. Jesús asumió la tarea de dirigir la ONG después de que su hermano Serafín Madrid, la fundara en 1971.
-¿Cuánto tiempo de promedio dura una llamada?
-25 minutos de media, algunas son cortas y otras de una hora. La persona al otro lado está todo el tiempo realizando una escucha activa y reforzando lo positivo, eso forma parte esencial de los voluntarios, que realizan una formación de un año y medio.
-¿Los inmigrantes hacen uso de este recurso?
-Sí, sí, piden ayuda pero también colaboran como voluntarios personas de Colombia, Bolivia? todos podemos ofrecer nuestra ayuda, y aunque ellos puedan estar más necesitados, también se sienten muy útiles para practicar su profesión de psicólogos, orientadores por teléfono? nos sentimos una gran familia.
-¿Se ha dado el caso de que alguien que antes llamaba sea ahora el que atiende a otras personas que lo hacen?
-Sí, claro. Que en un momento llames al teléfono le pasa a todo el mundo y luego el sentimiento de agradecimiento es muy grande y te sientes en deuda con los demás, por eso ayudan mucho a los que estuvieron en su situación.
-¿La crisis aumenta las penas?
-Aumenta sobre todo el problema de los trastornos de ansiedad, se ve el futuro negro por las faltas de trabajo, las deudas o el ambiente de inseguridad, que ha sido un factor que ha aumentado de forma notable los casos de insomnio. Hay una pérdida de ilusiones, de pensar de que la vida para qué, y todos estos factores influyen en el malestar de las personas.

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