lunes, 15 de febrero de 2010

ENTREVISTA CON MAGDALENA PEREZ,PSICOLOGA,ESPECIALISTA EN DUELO

Recientemente estuvo en Badajoz nuestra compañera ,Presidenta del TE de la Rioja,Magdalena Pérez Trenado,psicologa y psicoterapeuta, especialista en Duelo.El motivo de su visita fue impartir el Modulo correspondiente a Crisis de Duelo correspondiente al Curso Superior de Intervención en Crisis que a lo largo del Año venimos impartiendo en nuestra sede de Badajoz,en colaboración con la Universidad Pontificia de Comillas. Magdalena es una profesional joven,paisana nuestra,pues nació en Campanario,pero a pesar de su juventud,curtida en la difícil tarea de ayudar  a elaborar el duelo a personas que han sufrido perdidas,a veces en circunstancias traumáticas.Dentro de esta labor Magdalena imparte habitualmente Cursos de este tipo a profesionales de la sanidad y de la relación de ayuda que tratan con esta problemática por razones de su trabajo profesional.Amablemente nos recibió y contesto a nuestras preguntas:

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¿Nos puedes explicar a qué nos referimos exactamente cuando en Psicología hablamos de un Duelo?

Duelo es el proceso interno que se pone en marcha cuando experimentamos una pérdida de algo o alguien con lo que hemos establecido un vínculo significativo. Cuando perdemos se produce una desorganización de nuestro mundo interno que va a necesitar un proceso de reajuste que dependerá de muchos factores pero que puede ser largo y costoso, será el Duelo.

Toda pérdida entraña un duelo, la pérdida de salud, de trabajo, afectiva, etc. ¿Qué diferencia hay entre estas pérdidas o duelos  y el duelo por la muerte de un ser querido?

Toda pérdida va seguida de un duelo.

Cada cambio que vivimos en la vida supone pérdidas, aunque también suponga ganancias, y con cada cambio nuestro mundo interno necesita un proceso de ajuste. Hay ajustes de los que no somos ni conscientes, este es un proceso normal y adaptativo, pero hay otros, cuando la pérdida es significativa, que el ajuste pasa por un trabajo interno intenso y difícil. Estos son los procesos de duelo de los que somos más conscientes.

Los procesos de duelo son únicos para cada persona que los vives, incluso para la misma persona son únicos los diferentes procesos que puede vivir a lo largo de su historia. Pero sabemos que hay unos factores que están presentes en las pérdidas por muerte de personas queridas y que en otro tipo de pérdidas o no aparecen o lo hacen con menos intensidad. Uno es la intensidad emocional. Los sentimientos son mucho más intensos y más duraderos cuando la pérdida es por muerte de alguien querido.

Otro es el carácter irreversible de lo que se pierde, la persona, la relación, el vínculo. No es sustituible, ni cambiable, ni podemos reemplazarlo por nada parecido y no puede haber de ninguna manera una vuelta atrás en lo perdido.

Y el último es que la experiencia de muerte de otros cercanos a mí me conecta directamente con mi propia conciencia de finitud y de los que me rodean. Con la realidad de la muerte como parte de la vida para otras personas a las que quiero y también para mí.

Tú dices en tus cursos que todos hemos de pasar de una forma u otra por crisis de duelo a lo largo de nuestra vida ¿Crees que en la sociedad actual estamos preparados para aceptar la muerte como un eslabón natural dentro del proceso de vivir?

Lo normal es que cualquier persona adulta en varios momentos de su vida viva la experiencia de perder a alguien con quien ha estado vinculado. Por poner un ejemplo, parece parte de la experiencia vital normal que perdamos a nuestros padres a lo largo de nuestra vida, que mueran antes que nosotros. Y aunque los vínculos con los padres son unos de los vínculos más profundos que desarrollamos y mantenemos a lo largo de nuestra vida, sean vínculos sanos o deteriorados, estamos internamente preparados para vivir experiencias de duelo, es un proceso humano normal, natural y adaptativo. No obstante vivimos en un contexto cultural y social en el que temas como la muerte, el dolor, el envejecimiento o la enfermedad están ocultos, escondidos, alejados de “la realidad” lo que hace que reacciones normales asociadas a estas experiencias se escondan, se nieguen o se permitan durante un tiempo escaso, limitado. Nos da miedo sentir dolor y nos da miedo estar con personas que sienten dolor porque no sabemos acompañarlo, porque no sabemos vivir con el dolor interno que se nos despierta cuando estamos cerca del dolor de otros.

Frecuentemente hablamos de Aprender a Vivir, ¿deberíamos también hablar de Aprender a Morir?

Esta tendencia a escapar de los temas que nos asustan nos pone en situación de perder la oportunidad de aprender a morir en cuanto a ser conscientes de la importancia de despedirnos, de resolver asuntos pendientes, de perdonar (a otros, a mí)… y muchas de estas cosas se pueden hacer en vida, en el proceso vital cotidiano, como parte de una forma de vivir consciente. Porque se aprender a morir cuando se aprender a vivir. El miedo a la muerte es proporcional al miedo a la vida. Cuando puedo  mantener una forma de vida consciente y plena, una forma de vida “al día” de lo realmente importante, la ansiedad, el miedo, ante la muerte es menor.

Cuando observamos las distintas reacciones de las personas ante el hecho de la muerte podemos pensar que no todos los duelos son iguales ¿Depende la intensidad del duelo de la persona que lo sufre o del hecho que lo ocasiona?

El duelo es una experiencia única que depende de muchos factores. No hay ninguna experiencia de duelo igual, ni siquiera para la misma persona las diferentes experiencias de duelo que sufra a lo largo de su vida serán vividas de la misma forma. La experiencia dependerá de muchos factores, señalaremos los más significativos: depende de la persona que “se queda” en duelo (personalidad, estilo de afrontamiento, experiencias anteriores….), depende de la personalidad de la persona que ha muerto, depende de las causas y de las circunstancias de la muerte, depende la situación y el soporte socio-familiar que la persona en duelo mantenga... y depende especialmente de la relación, del tipo de vínculo establecido entre ellos.

Y finalmente ¿Nos podrías dar algunas pautas generales para ayudar a  elaborar el duelo a una persona que acude a nosotros pidiéndonos ayuda?

Son pocas cosas y muy básica pero muy importantes.

Respetar, comprender y estar presente, acompañando -a veces desde el silencio-, sin prisas ni juicios, sin mensajes vagos o  exigentes (“tienes que ser fuerte”, “es lo mejor que podía pasar”, “sigue adelante con tu vida”, “olvídalo”, “Dios lo quiso así”, “sé cómo te sientes”...) Son mensajes bienintencionados que habitualmente despiertan sentimientos de incomprensión y rabia en quien los recibe.

Respetar el tiempo. Olvidarse el reloj y los calendarios. No hay fechas meta, ni “tiempos objetivo”. Acompañar en el ritmo que el otro necesite sin presionar ni querer correr.

Respetar su proceso, diferente a mío, diferente al de cualquier otro. Y acompañarle en el estar en duelo. Ahora es el momento de dolerse.

Normalizar la experiencia. Cuando una persona está en duelo puede sentir que se está volviendo loca, que se deprime, que no hay salida. Normalizar la experiencia de dolor intenso y la necesidad de recorrer un camino como parte normal y necesaria para volver a reconstruirnos internamente.

Facilitar la expresión de las emociones. Dejar llorar. Estar preparado para acoger y contener (no parar ni reprimir) manifestaciones emocionales intensas y frecuentes (rabia, miedo, tristezas intensas, culpa…) o repetitivas en cuanto a contenidos.

Estar dispuesto a escuchar, compartiendo presencia, tiempo,  cariño, afecto, contacto físico “prudente”, (sin agobiar),  y experiencias espirituales.

Prever y acompañar en fechas especiales, difíciles, como los aniversarios, cumpleaños, navidades….

Y trasmitir confianza en los recursos de la persona para poco a poco, con tiempo y trabajo, continuar con la vida.

Cualquier persona madura, equilibrada, consciente y con sentido común puede acompañar en su camino a quien está viviendo esta difícil pero normal experiencia. Y cuando se complica: derivar a profesionales que puedan realizar un trabajo de duelo especializado.

La experiencia de perder alguien a quien se ha querido también puede suponer una posibilidad de crecimiento personal, de pareja o familiar.

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