Llegó al andén tres cuartos de hora antes de la hora señalada en el billete para que el tren saliera, se sentó en el banco, poniendo las maletas entre las piernas.
Miró alrededor, vio la gente que estaba esperando, algunos con maletas para marcharse como él, otros en cambio estaban esperando a sus familiares y amigos que regresaban.
No estaba seguro de iniciar el viaje, una nueva ciudad, nueva gente, nuevos hábitos, en definitiva nueva vida, no es que estuviera contento con lo que tenía hasta entonces, pero ya se había acostumbrado, e incluso se había resignado, le costó muchas noches sin dormir decidir comprar el billete.
Llegó un tren, por el altavoz se escuchaba los datos del mismo, origen y destino, lo escuchó con atención, no sabía que desde esa estación se pudiera ir a ese destino, quizá no le hubiera costado tanto decidirse por él, pero ya había tomado la decisión de partir, le daba igual donde quería cambiar de vida, quería ser feliz, y ahora sólo se había acomodado a una situación que no le gustaba.
El tren que debía tomar ya estaba poniéndose en las vías, lo vio y le entro miedo, pánico, se quedó inmóvil, tras ese momento de incertidumbre, se levantó y fue a la ventanilla a solicitar si podía anular el billete, prefería no salir de esa triste comodidad, hacía un nuevo futuro del cual no sabía como le iba a ir. Por megafonía indicaron que el tren salía en cinco minutos, su angustia aumentó, su primer deseo era salir corriendo, volver a su hogar, volver a su pasado, instalarse nuevamente en la infelicidad, pero tragó saliva, agarró la maleta y fue directo al tren, sabía que su felicidad dependía de tomar aquel tren, quizá no estuviera en el destino al que se dirigía, pero en el peor de los casos sería un paso hacia las misma. Subió al tren y ocupó su asiento, sabía que su decisión era acertada, aunque se equivocara de tren, iba camino a sentirse bien, y ya había dado el primer paso.
El tren empezó a moverse lentamente, iba camino a su felicidad, y ya se sentía más contento, desconocía cual iba a ser su resultado, pero esa es otra historia.
2 comentarios:
Todos tenemos un tren esperando al final de nuestras crisis.Podemos cogerlo o no.El viaje de la vida es un continuo subir y bajar de trenes.Las crisis son las estaciones en las que podemos quedar varados o aprovechar y coger el próximo tren.Muy ilustrativo este cuento de todo ese proceso tan usual en todas las personas.Bravo por el que lo haya colgado.
A lo largo dela vida cojemos trenes que no sabemos cual es su destino; pero en ese no saber se encuentra la esperanza de que llegaremos al destino apropiado, aunque a menudo tengamos que hacer trasbordos. Por cierto, cuidado con el equipaje, que sea ligero, para hacer más sencillos el subirse al tren.
Publicar un comentario