Me escuecen los ojos
de tanto frotarlos,
de forzarlos en la noche
para avistar tu figura movediza.
Me duelen las rodillas
de agacharlas en el frío.
Se me ha caído el cobijo de la manta
y hasta la luna se cansó de acompañarme.
A la madrugada me quedé sin voz,
de gritar a las estrellas que no apagasen su luz.
Se fueron los centinelas
y los perros se han quedado dormidos.
Dentro, se ríen de mi:
“Pobre idiota”,
sigue ahí, esperando,
“ se ha vuelto loco”.
El alma me dijo que vendrías,
que estabas a punto de llegar,
que sería de improviso,
como un suspiro
o una lluvia fina.
No me iré.
No dejaré que el sueño me adormezca.
Estaré en pie.
Con mi nostalgia.
Aunque apure la copa de mi vida
y el desierto me entierre con su arena,
aunque se vayan todos a su aposento
y mis bolsos se queden vacíos,
aunque las lágrimas no me dejen de correr
y sea el hazmerreír de la aldea entera,
aunque tú, amor, rompas mis versos
y maldigas mis plegarias,
yo seguiré aquí,
por si llega,
por si fuera verdad,
por si viniera a buscarme.
Fue al respirar,
sí al respirar,
cuando me di cuenta que habías llegado
y.....
Valentín Turrado Moreno
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